¿Obsesión?
lunes, 29 de octubre de 2012
HUMBERTO ECO: REFLEXIONES SOBRE LA ESCRITURA
¿Obsesión?
lunes, 14 de mayo de 2012
ALGUNAS MENTIRAS SOBRE LA LECTURA
“En Gran Bretaña, los hábitos literarios y los deseos de los lectores, han sido sondeados en el transcurso del día mundial del libro (2009). El resultado han sido algunas verdades sobre pequeñas mentiras. Por ejemplo, 61% de los ingleses mienten en relación con libros que nunca han abierto, o lo han hecho parcialmente. Igualmente, mas de la mitad de los encuestados quisieran escribir un libro, si bien solo 11% han terminado alguno, pero no han encontrado aún el medio de hacerlo editar.
Respecto a los mentirosos, veamos cuales son los libros a los cuales la mentira se refiere con mayor frecuencia: George Orwell, con 42%, se lleva la delantera con su novela 1984. Le siguen “La guerra y la paz” con 31%, el Ulyses de Joyce con 25%, y la Biblia, con 24%.
Pero, por qué mentir? No olvidemos que el sex-appeal de los libros es que son instrumentos de seducción. Por otra parte, existen autores que la gente lee, pero no quiere reconocerlo: Rowling, Grisham, Cooper, Archer.
¿Y qué quisieran escribir los ingleses? Una novela de aventuras o una policíaca, dice la mayor parte de las mujeres. ¿Y los hombres? : Quisieran escribir una novela de ciencia ficción. Otro dato curioso: Para 47% de los hombres, escribir sería nada mas que un medio de ganar dinero. De hecho, para 41% de los hombres encuestados, el atractivo de la ganancia representa una fuente de inspiración para convertirse en escritor, más aún que el deseo de contar una historia. Sin embargo, no puede desconocerse que los británicos son asiduos a la lectura: 96% de los encuestados reconocen haber leído hasta el amanecer, por lo menos alguna vez, para finalizar la lectura de un libro”.
“Según un estudio de Lindeman’s Wine & Book Club (2012) los británicos mienten -y mucho- sobre los libros que aseguran haber leído: el 71% de los consultados reconoce haber mentido a familiares y amigos para evitar sonrojos literarios. ¿Los libros sobre los que más se miente? “Orgullo y prejuicio” de Jane Austen, “El señor de los anillos” de J.R.R. Tolkien, “Jane Eyre” de Charlotte Brönte, “Tess de los d'Uberville” de Thomas Hardy y “El hobbit”, también de Tolkien.
Los británicos no son los únicos mentirosos. Tras ver el estudio, algunos periodistas del New York Times -a pesar de la fama que les precede- confesaron los libros que ellos tampoco han leído (aunque en alguna conversación quizás hayan dejado entrever que sí...). Por ejemplo, “La broma infinita” de David Foster Wallace, “Las correcciones” de Jonathan Franzen, “1984” de George Orwell, o “Moby Dick” de Herman Melville, entre otros, conforman su lista de pecados”.
LOS MANUSCRITOS DE JOYCE: ¿FINALMENTE DE DOMINIO PUBLICO?
"Desde el pasado mes de abril la colección digitalizada de manuscritos de James Joyce de la "National Library of Ireland" puede consultarse en su catálogo online. Un hito para los estudiosos del autor de Ulises quienes, hasta ahora, se topaban una y otra vez con las reclamaciones y/o negativas de su nieto Stephen, encargado de custodiar el patrimonio de su abuelo: éste les cobraba por sus consultas, no les permitía citar la obra de Joyce y hasta amenazó con un pleito al gobierno irlandés cuando le comunicaron que querían organizar una serie de lecturas públicas por el centenario de Ulises. Pero el pasado 1 de enero buena parte de las obras de Joyce pasaron al dominio público, así que los expertos respiran tranquilos. Con todo, el anuncio de la National Library fue discreto, en parte porque los archivos aún están en baja resolución y son poco legibles en muchos de los casos. Las copias en alta resolución estarán disponibles a partir del 16 de junio, fecha de la celebración del "Bloomsday" y del "XXIII International James Joyce Symposium". Para no naufragar entre la multitud de cartas, notas manuscritas y borradores, Terence Killeen del "James Joyce Centre" de Dublín propone unas útiles coordenadas en un artículo publicado en "The Irish Times"."
sábado, 10 de marzo de 2012
LOS OCHENTA Y CINCO AÑOS DE GABRIEL GARCIA MARQUEZ: HOMENAJE DE UN BUEN ESCRITOR, AGRADECIDO
Nuestro Gabo acaba de cumplir sus venerables 85 años. Entre todo lo escrito por diversos escritores en el mundo, en especial el de habla castellana, vale la pena resaltar (y transcribir en este blog) un artículo del escritor y amigo peruano Ivan Thais, publicado originalmente en "Vano Oficio", su blog de "El País", y reproducido luego en su célebre blog "Moleskine Literario. Veamos el homenaje muy sentido que sus lectores hemos disfrutado. Es la mejor prueba de que la verdadera madurez mental y emocional, no tiene necesidad de "matar al padre". Dice así Ivan:
"Éramos adolescentes, estábamos en los últimos años de secundaria, no esperábamos regalos de nadie y la Navidad había dejado de ser una fecha importante para mí y mis hermanos. Acaso nos entusiasmaba la posibilidad de recibir una propina mayor que la del resto del año y comer panetón o beber chocolate caliente. Sin embargo, mi padre nos impuso el espíritu navideño obligándonos un intercambio de regalos. Conseguí cualquier cosa para mis hermanos y mis padres, por cumplir, y recibí mis paquetes con el mismo desdén. Entonces lo vi. Mi hermana me había envuelto El otoño del patriarca.
Nunca había sido tan libre. Finalizaba el año y me quedaban tres meses por delante, tres meses dedicados a la vagancia, a jugar fútbol con los amigos, a leer o ver televisión hasta la hora que quisiera. Iba a empezar mi último año del colegio, probablemente las próximas vacaciones las pasaría estudiando para ingresar a la universidad, así que eran mis últimas vacaciones indocumentado. Con ese aire cogí la novela al día siguiente y empecé a leerla. Había leído antesCien años de soledad pero no me había impactado tanto. Leer El otoño del patriarca en esas condiciones de libertad, tendido en el sofá con las ventanas abiertas durante jornadas de casi quince horas deteniéndome apenas para comer o ir al baño, fue una experiencia alucinatoria. Un auténtico viaje literario, con cuestas y abismos de palabras y frases que me extasiaban por la textura impecable de la prosa. Luego, releí Cien años de soledad y descubrí multiplicada la magia que había dejado pasar por alto la primera vez.
Es cierto que a mi generación se le acusa de haber intentado el parricidio contra Gabriel García Márquez. No es exacto. Ni siquiera en la antologíaMcOndo se arremete contra él. Los que quedan mal parados son los usurpadores, con mayor o menor fortuna, más o menos avispados, de la franquicia en que se convirtió el realismo mágico. Pero eso no tiene nada que ver con García Márquez ni con otros autores de lo real-maravilloso, cuyas obras mayores sobreviven a sus imitadores, a sus aduladores e incluso a su propia fama.
Porque si hay algo de lo que se le puede acusar a Gabriel García Márquez (aunque probablemente él no pretendió que eso sucediese) es el haberse convertido en un autor hegemónico, cuya sombra opacó a varias generaciones de escritores colombianos y latinoamericanos, y aún hoy resulta difícil despegarse de su aura casi mística. Recuerdo que un escritor me transmitió la sensación que tuvo cuando vio, en el homenaje que se le rindió hace unos años en el Congreso de la Lengua en Cartagena de Indias, llover del techo mariposas amarillas de papel. Miles de mariposas sobre la cabeza de reyes, presidentes, escritores, académicos, ancianos que lo conocieron cuando era un muchacho, alumnos que lo leían en el colegio. Mi amigo escritor dijo que no imaginaba otro autor vivo al que se le pudiera hacer un homenaje parecido. Tampoco yo. García Márquez se ha convertido en un producto de exportación colombiano. Como el café, como Shakira. No alabarlo en Colombia es lo mismo que insultar al país. Recuerdo que en una Feria Internacional del Libro en Bogotá deslicé la idea de que su última novela, Memorias de mis putas tristes, era un libro fallido, machista y folletinesco. Es curioso cómo un lugar común puede convertirse en una declaración “polémica” o “políticamente incorrecta” por culpa de la patriotería. Pude percibir la incomodidad entre los asistentes, hasta que una señora no aguantó más, se puso de pie y dijo que Colombia (ella hablaba por Colombia, desde luego) rechazaba mis insultos y desde ya consideraban asquerosos mis libros. Lo que esa señora no podía saber es que a quién más le duele que García Márquez no publique una novela digna de él no es a los colombianos, sino a sus lectores. Y que fue su talento lo que nos hizo exigentes, tanto que no le permitimos el menor desliz (y su última novela no es su único “desliz”, por cierto). Pero en eso somos injustos, porque a los escritores -como a los buenos futbolistas- hay que juzgarlos por lo mejor que han hecho, no por sus fallos. Y Gabriel García Márquez nos ha dado El otoño del patriarca, El coronel no tiene quien le escriba, El amor en los tiempos del cólera, algunos cuentos memorables y, por si fuera poco, Cien años de soledad, la mejor novela escrita en castellano desde el Siglo de Oro. ¿Qué más podemos exigirle?
“¿Quién de todos uds. podría escribir un nuevo Cien años de soledad?” nos preguntó a bocajarro un periodista español en un encuentro literario en Sevilla (doce escritores latinoamericanos reunidos en la Fundación Lara, el mayor Roberto Bolaño y el menor Gonzalo Garcés). Un insensato. Es como exigirle a la poesía española que produzca otro Góngora. Nadie ha escrito ni escribirá un nuevo Cien años de soledad. No es necesario. Ese único libro basta para justificar no solo la existencia de la literatura latinoamericana, sino del idioma castellano, que nunca volvió a ser el mismo después de que García Márquez lograse transformarlo. Y ahora ese señor cumple 85 años y todos nos hemos volcado a celebrarlo como si fuese un centenario. ¿Pero qué celebramos exactamente? ¿Un cumpleaños más? No. Celebramos la suerte, la feliz coincidencia, de compartir el siglo con un genio de su altura. Algo digno no solo de festejar sino, sobre todo, de agradecer".