jueves, 25 de marzo de 2021

PERDER TEORÍAS, de ENRIQUE VILA-MATAS: Una novela corta sobre la creación literaria.


    El autor toma como pretexto un viaje a Lyon para dar una charla sobre las relaciones entre ficción y realidad. Llega a esta ciudad, pero nadie lo espera en la estación del tren ni el en Hotel; sube su habitación, y mientras tanto relee un artículo suyo sobre la extraordinaria novela “El mar de las sirtes”, de Julien Gracq. En un momento dado decide no permanecer más allí, y sale apresurado para regresar a Barcelona, mientras observa a lo lejos al que parece ser uno de los organizadores del evento, que va entrando en su búsqueda. Una charla que no sucedió, un encuentro trunco, pero un hallazgo personal inesperado al rememorar a Gracq. 

    La novela corta o cuento largo de Vila-Matas, es la expresión narrativa.  Como lo que importa aquí no es la realidad sino la ficción, no tiene la menor importancia saber si el hecho que menciona fue real o imaginario. Lo que interesa es el contenido del libro. Y este, que había comenzado como una reflexión sobre la espera, se convierte en un trabajo sobre la creación literaria. 

    Entra en escena un flashback: Eran los años setentas y el narrador, supuestamente en el Paris de los intelectuales y los teóricos, efectúa una reflexión desoladora: “la teoría triunfaba en todos los medios intelectuales de la ciudad. Había empezado incluso a considerarse una grosería pasar de la teoría a la práctica y escribir, por ejemplo, un cuento o una novela”

    Pero el narrador (que habla en primera persona) parece estar reflexionando sobre la soberanía del escritor, con independencia de lo que piensen sus contemporáneos. Y recuerda una frase clave de Gracq:  “El escritor no tiene nada que esperar de los demás. Créame, ¡sólo escribe para él!”. Hoy sabemos que eso no es completamente cierto; pero sirva para reafirmar la autonomía relativa de la vocación literaria.

    Aborda luego, sin decirlo expresamente, el tema de la relación entre el escritor y sus lecturas. Y lo hace con un ejemplo que relaciona la escritura con los viajes. Afirma que  el escritor es como un buen viajero que viaja, pura y simplemente, “perdiendo países” y sin identificarse con ninguno.  Un buen escritor simplemente escribe;  debe “perder libros, perderlos todos”. Así como el viajero se alimenta de los países pero es más que ellos, el escritor se alimenta en buena medida de los libros, pero debe ser más que ellos y que cada uno.  

    El asunto de que “escribir es corregir”, es abordado de una manera ingeniosa: Recordemos que el narrador, en su habitación de hotel, se recrea releyendo un artículo suyo sobre Gracq. Hay el autor, Vila-Matas; el narrador (él mismo al parecer) pues escribe sobre algo que dice haberle sucedido; y hay un Vila-Matas autor de un artículo narrado por el autor. Un juego astuto sobre “el doble”, en el mejor estilo borgeano.  

    Los apuntes que hace al lado de su relectura de sí mismo constituyen no una versión o simplemente anotaciones al margen; es otro texto. Quizás el autor está hablando del trabajo de corrección de los textos literarios. En efecto, la versión 2 o la 4 o la 7 de un cuento o un fragmento de novela, no son solamente correcciones a un texto ideal. Son otro acto creativo, o así es para los escritores de calidad.  Lo que nos está describiendo es muy dicente: no se trata solo de corrección de estilo o de orto-tipografía. La actividad creadora se agota solo en la última versión de un escrito.

    Hoy sabemos que el asunto va más allá. la verdad es que el significado no se agota allí, y ni siquiera en la labor de edición; el lector añade de su cosecha para darle “sentido” a lo escrito. Si el autor debe pensar ante todo en sus propias exigencias, no es menos cierto que los lectores dirán si se ha cumplido con la expectativa.

    Encontramos luego una referencia a la naturaleza de la novela. Dice haber encontrado varios rasgos esenciales, irrenunciables de la novela del futuro, o por lo menos, de una futura novela que él quiere escribir. Los más notables son: 

    1-La “intertextualidad”: muy propia como sabemos de la novela postmoderna. Escritores que tienen un diálogo con la historia de la literatura, y en ocasiones consigo mismos. A veces de manera narrativa y en otras ocasiones, a la manera ensayística.

    2-Las conexiones con la alta poesía: el ritmo, la sensación casi melódica, la sonoridad, las imágenes poéticas, las atinadas figuras literarias. Otra manera de romper con la clásica y estereotipada división entre los géneros literarios. 

    3-La victoria del estilo sobre la trama: Derivaría de la anterior, pero lo que el autor se trae entre manos es una discusión con parte de la literatura del siglo XX. No de otra manera se explica su afirmación de que:

“No puedo en este momento dejar de recordar aquella pregunta que una vez le hizo Rodrigo Fresán a John Banville.

—Amigo Banville, ¿el estilo es rey y la trama soldado raso?¿O viceversa?” 

—El estilo avanza dando triunfales zancadas, la trama camina detrás arrastrando los pies— contestó Banville” (pags 43-44)

    Lo anterior es una manera de tomar distancia de la versión anglosajona del siglo XX, acerca de que las novelas debían privilegiar la trama, la narración de una historia. Pero Vila-Matas nos recuerda que, en el fondo, las tramas en realidad no son muchas. Sirva como base para ejercicios, la siguiente enumeración para la cual cita a su alter ego Liz Themerson (quizás un homenaje a Stephan y Franciska Themerson, quienes hicieron pareja el cine, la literatura, la poesía y la pintura; o quizás una visión de sí mismo por encima de los géneros narrativos, como hijo de quien enuncia grandes temas literarios: un Themer-son), para quien todo se reduce a pocas opciones, entre las cuales sobresalen las siguientes: 

“Alguien se mete en un lío y luego se sale de él.

Alguien pierde algo y lo recupera. 

Alguien es víctima de una injusticia y se venga.

El caso conmovedor de la Cenicienta.

Alguien empieza a ir cuesta abajo y así continúa.

Dos se enamoran. Y mucha otra gente se entromete.

Una persona virtuosa es acusada falsamente de haber pecado o de haber cometido un crimen.

Una persona se enfrenta a un desafío con valentía, y tiene éxito o fracasa.

Alguien inicia una investigación para conocer la verdad de un asunto”.

    No lo dice, pero está insistiendo en la importancia crucial del estilo.  La calidad poética, otros libros y las correcciones múltiples y cuidadosas están en la base. Y es allí donde radicaría buena parte de la calidad literaria. 

    Ahora bien,  con prescindencia de la temática, la novela tiene un héroe, nos dice Vila-Matas. Hoy tendríamos que ser mas amplios: puede ser un antihéroe, o una o vari@s. Entra en escena, aunque solo enunciado el tratamiento de los personajes, y el trabajo literario sobre los mismos. No continúa por ese camino, pero claramente lo ubica como algo que no es subsidiario al argumento.

    Por su parte, el diseño, y el plan de la novela son importantes. Permiten ordenar el pensamiento, por lo menos como una fase preliminar. Pero, frente a quienes piensan que el secreto para escribir una buena novela está en tener una escaleta detallada ad nauseam, Vila-Matas nos dice:

“…uno escribe desde la incertidumbre y eso es lo que le permite avanzar, lo que le divierte y al mismo tiempo le intriga. De lo contrario, de tenerlo todo claro desde el principio, probablemente ni siquiera haría falta escribir el libro” (pag 62)… Y se reafirma diciendo:_ “uno no empieza por tener algo de lo que escribir y entonces escribe sobre ello, sino que es el proceso de escribir propiamente dicho el que permite al autor descubrir lo que quiere decir”

    Al final, a manera de síntesis. Ya había dicho que un buen viajero recorre y pierde países; y que un buen escritor escribe y pierde teorías y libros que le han sido necesarios. Tiene que ir más allá de sus modelos y de los estilos que admira. Pero si viajar y escribir son semejantes, a pesar de que parezcan ser la antítesis en su visión del espacio recorrido o no, una expresión híbrida explica la gran aventura:  “Escribir y perder países; viajar y perder teorías, perderlas todas”.

    En resumen, un pequeño-gran libro sobre la escritura como expresión creadora.