jueves, 9 de diciembre de 2021

PHILIP K. DICK - EL HOMBRE EN EL CASTILLO: Algunos trucos de la Ucronía


PHILIP K. DICK EL HOMBRE EN EL CASTILLO: Algunos trucos de la Ucronía



El próximo 16 de Diciembre sería un cumpleaños más de Phillip Dick, ese interesante escritor nacido en Chicago, y criado entre Washington DC y California. Son notables sus incursiones en la obra de C.G. Jung, sus personajes escindidos, sus distopías y sus reflexiones a veces pesimistas sobre el mundo. Es menos conocido que estudió en el mismo Colegio y en el mismo grado que Ursula LeGuin, aunque al parecer no se conocieron en esa época (era un Liceo muy grande y con varios grupos en el mismo grado). Y por otra parte, es notable la admiración de Robert Henlein, por su obra. En efecto, Henlein era un autor ya bien establecido de la ciencia ficción cuando se conocieron.
Por otra parte, el próximo año (2022) se celebran los sesenta años de la aparición de una de las obras más célebres de Dick, “El hombre en el Castillo”;  por ello, vale la pena ocuparse un poco de algunos de sus mecanismos de creación. Como sabemos es una de las más conocidas Ucronías escritas en el siglo XX. Premiada en 1963, un año después de su aparición, ha sido la base de una conocida serie de Amazon, cuyas 4 temporadas fueron retransmitidas por Netflix. Como no se trata aquí de crítica de cine o de televisión, sino de análisis de la creación literaria, veamos entonces algunos temas llamativos de la novela de Dick:

Ante todo, es de interés el título de la obra: “The man in the High Castle” (la parte “Alta” de la ubicación del Castillo, fue omitida en la traducción al español). El autor utiliza un truco no muy usual, consistente en que el hombre misterioso que da lugar al título de la obra, aparece solo hacia la parte final. Los dos primeros tercios de la novela se ocupan de exponer un mundo ucrónico, en el cual han sucedido cosas muy distintas a las que conocemos en la historia de la segunda guerra mundial. 

En ese mundo de Dick, los Estados Unidos y sus aliados habrían perdido la segunda guerra mundial. La habrían ganado los alemanes y los japoneses. EEUU se encuentra dividido en tres países: En el Este, un “país” dominado por los alemanes y gobernado por uno de los viejos jerarcas nazis.  En el Oeste, los Japoneses que se han hecho dueños y señores de California en especial. Y en la región alrededor de las Montañas Rocosas, al occidente del país, unos EEUU independientes, quizás porque en dicha zona no pareciera existir algún atractivo poblacional o mineral. 

    Poco a poco se va sabiendo que, de manera un poco subrepticia, se ha publicado en la parte central del país, un libro enigmático, que muestra en su ficción un hecho singular: que los EEUU habrían en realidad  ganado la guerra, que sería un país poderoso y unido, y que tanto los Alemanes como los Japoneses habrían sido vencidos. El título del supuesto libro es un poco misterioso:  The Grasshopper Lies Heavy.  En la versión en español, aparece traducido como “La Langosta se ha posado”, título un tanto extraño que nos desvía del significado profundo que él tiene originalmente.  En efecto, quizás se deba a la influencia de una traducción al español de una frase bíblica del Eclesiastés, en la cual se habla de una situación desoladora en la cual los seres humanos se han alejado de la verdadera conciencia, y se producen una serie de desastres, uno de los cuales es una plaga de langostas.  

    Pero el asunto es que los “Grasshopper” son los saltamontes, mejor conocidos en México como los “chapulines”: una forma mucho más pequeña que la langosta (sería como comparar los tigres con los linces, o los lobos con los coyotes o los perros ferales), sin, por otra parte, el peso violento de las embestidas de  los insectos tan abundantes en ciertas épocas del año en el Medio Oriente. Y el “lies heavy” tiene una doble connotación; por una parte, es una expresión que hace referencia a una desgracias que han llegado; en este caso, podrían ser los japoneses y alemanes que han invadido a EEUU, una doble invasión que proviene tanto del Este como del Oeste. Pero por otra, tiene referencias metafísicas importantes, que se pierden con la curiosa y deficitaria traducción. 

    En cualquier caso, la supuesta novela (que relata lo que en realidad ocurrió en la Historia), es vista como subversiva, por atreverse a sugerir que Japoneses y Alemanes, habrían, en realidad, perdido la guerra; y simulan que la han ganado. Visión distorsionada y que altera los sucesos, convirtiendo la realidad en ficción y la ficción en realidad mediante un truco de magia narrativa.

    Hay un momento que constituye el eje de la Ucronía, un elemento que hace la diferencia y a partir del cual las realidad y la ficción se separan como lo harían dos rutas de ferrocarril a partir de un punto de desvío en el camino. En la “realidad” ficcionada de la obra de Dick, el Presidente F.D. Roosevelt habría muerto en los años 30, víctima de un atentado. En la novela dentro de la novela (verdadera “muñeca rusa” que trae todos los elementos una dentro de la otra, pero en un orden inverso, como si fuera un negativo), la situación es diferente.

    La novela dentro de la otra, juega un papel muy importante: muestra que otro mundo es posible, así sea en la ficción literaria. Es un relato que por ello se convierte en una expresión de rebeldía. A tal punto que el autor supuesto de dicha novela  se convierte en objetivo de las autoridades de inteligencia alemana que quieren darle muerte.  Se sabe que aparentemente vive en la zona de las Montañas Rocosas, en un castillo en lo alto de una montaña, rodeado de alambradas y mecanismos diversos de defensa (una parodia de Salinger, sin duda alguna). Sobre la marcha, se descubren hechos de interés sobre su real o supuesto escondrijo.

    Por otra parte, además de los aspectos ucrónicos, encontramos varios elementos propios de la ciencia ficción: Todos los inventos son alemanes: un avión extraordinario que hace la ruta Estocolmo-San Francisco en 45 minutos; un proceso de conquista de Marte, con estaciones alemanas en la Luna, la bomba de hidrógeno alemana, los plásticos que pueden reemplazar exitosamente algunos componentes metálicos. Los alemanes también han acorralado a los pocos judíos que sobreviven en EEUU, y han promovido una “solución final en África”. Hasta han cambiado la geografía, pues han desecado el Mediterráneo, para convertirlo en una zona de gran producción agrícola. 

    Otro asunto muy importante en la obra es una discusión indirecta (sin mencionarlo con nombre propio) con Walter Benjamin, en el tema del “aura de los objetos”, en este caso los históricos. La “gran cultura” sigue siendo la europea o la japonesa, y se menciona incluso que la esencia de la historicidad estadounidense se ha convertido en un proceso de una extraordinaria simpleza. Un reloj de Mickey Mouse del cual se hicieron pocos ejemplares, adquiere un aura histórica extraordinaria. Un revolver Colt del siglo XIX tiene un significado superlativo, si fue utilizado en un celebre atentado, o por guerreros en un combate contra “los indios” en el Oeste. La cultura pop se exalta como la muestra de la estética estadounidense; indudable ironía del autor, en boca de los personajes.

Por otra parte, un hecho sorprendente: Las referencias al I-Ching, libro chino como se sabe, pero hechas por los japoneses dominantes en la costa occidental de EEUU. En la práctica, el autor (Dick) afirmaba haber construido la novela con base en consultas permanentes al I-Ching,  siguiendo la línea argumental proporcionada por su lectura del “libro”. 

Pareciera un caso exótico, pero no lo es. En efecto, hay literatura del siglo XIX e incluso de comienzos del siglo XX, que fue elaborada en Europa Occidental, siguiendo el lanzamiento continuo de alguna de las versiones del Tarot. La definición de la temática argumental será dictada por el azar y es casi automática. Pero no lo es la escritura, porque el autor termina dando coherencia a sus lecturas del libro (asumiéndolo como “los mensajes del libro mismo”). Es este un truco interesante. 

En el caso de Dick es una mezcla curiosa entre parte de las teorías de Jung, un occidental del siglo XX, y el I-Ching, un libro Chino de hace mas de 30 siglos. Lo mejor de la tradición de oriente y occidente en una amalgama que va más allá del tiempo y el espacio geográfico. Un truco de autor, sin duda notable e inspirador. 

jueves, 25 de marzo de 2021

PERDER TEORÍAS, de ENRIQUE VILA-MATAS: Una novela corta sobre la creación literaria.


    El autor toma como pretexto un viaje a Lyon para dar una charla sobre las relaciones entre ficción y realidad. Llega a esta ciudad, pero nadie lo espera en la estación del tren ni el en Hotel; sube su habitación, y mientras tanto relee un artículo suyo sobre la extraordinaria novela “El mar de las sirtes”, de Julien Gracq. En un momento dado decide no permanecer más allí, y sale apresurado para regresar a Barcelona, mientras observa a lo lejos al que parece ser uno de los organizadores del evento, que va entrando en su búsqueda. Una charla que no sucedió, un encuentro trunco, pero un hallazgo personal inesperado al rememorar a Gracq. 

    La novela corta o cuento largo de Vila-Matas, es la expresión narrativa.  Como lo que importa aquí no es la realidad sino la ficción, no tiene la menor importancia saber si el hecho que menciona fue real o imaginario. Lo que interesa es el contenido del libro. Y este, que había comenzado como una reflexión sobre la espera, se convierte en un trabajo sobre la creación literaria. 

    Entra en escena un flashback: Eran los años setentas y el narrador, supuestamente en el Paris de los intelectuales y los teóricos, efectúa una reflexión desoladora: “la teoría triunfaba en todos los medios intelectuales de la ciudad. Había empezado incluso a considerarse una grosería pasar de la teoría a la práctica y escribir, por ejemplo, un cuento o una novela”

    Pero el narrador (que habla en primera persona) parece estar reflexionando sobre la soberanía del escritor, con independencia de lo que piensen sus contemporáneos. Y recuerda una frase clave de Gracq:  “El escritor no tiene nada que esperar de los demás. Créame, ¡sólo escribe para él!”. Hoy sabemos que eso no es completamente cierto; pero sirva para reafirmar la autonomía relativa de la vocación literaria.

    Aborda luego, sin decirlo expresamente, el tema de la relación entre el escritor y sus lecturas. Y lo hace con un ejemplo que relaciona la escritura con los viajes. Afirma que  el escritor es como un buen viajero que viaja, pura y simplemente, “perdiendo países” y sin identificarse con ninguno.  Un buen escritor simplemente escribe;  debe “perder libros, perderlos todos”. Así como el viajero se alimenta de los países pero es más que ellos, el escritor se alimenta en buena medida de los libros, pero debe ser más que ellos y que cada uno.  

    El asunto de que “escribir es corregir”, es abordado de una manera ingeniosa: Recordemos que el narrador, en su habitación de hotel, se recrea releyendo un artículo suyo sobre Gracq. Hay el autor, Vila-Matas; el narrador (él mismo al parecer) pues escribe sobre algo que dice haberle sucedido; y hay un Vila-Matas autor de un artículo narrado por el autor. Un juego astuto sobre “el doble”, en el mejor estilo borgeano.  

    Los apuntes que hace al lado de su relectura de sí mismo constituyen no una versión o simplemente anotaciones al margen; es otro texto. Quizás el autor está hablando del trabajo de corrección de los textos literarios. En efecto, la versión 2 o la 4 o la 7 de un cuento o un fragmento de novela, no son solamente correcciones a un texto ideal. Son otro acto creativo, o así es para los escritores de calidad.  Lo que nos está describiendo es muy dicente: no se trata solo de corrección de estilo o de orto-tipografía. La actividad creadora se agota solo en la última versión de un escrito.

    Hoy sabemos que el asunto va más allá. la verdad es que el significado no se agota allí, y ni siquiera en la labor de edición; el lector añade de su cosecha para darle “sentido” a lo escrito. Si el autor debe pensar ante todo en sus propias exigencias, no es menos cierto que los lectores dirán si se ha cumplido con la expectativa.

    Encontramos luego una referencia a la naturaleza de la novela. Dice haber encontrado varios rasgos esenciales, irrenunciables de la novela del futuro, o por lo menos, de una futura novela que él quiere escribir. Los más notables son: 

    1-La “intertextualidad”: muy propia como sabemos de la novela postmoderna. Escritores que tienen un diálogo con la historia de la literatura, y en ocasiones consigo mismos. A veces de manera narrativa y en otras ocasiones, a la manera ensayística.

    2-Las conexiones con la alta poesía: el ritmo, la sensación casi melódica, la sonoridad, las imágenes poéticas, las atinadas figuras literarias. Otra manera de romper con la clásica y estereotipada división entre los géneros literarios. 

    3-La victoria del estilo sobre la trama: Derivaría de la anterior, pero lo que el autor se trae entre manos es una discusión con parte de la literatura del siglo XX. No de otra manera se explica su afirmación de que:

“No puedo en este momento dejar de recordar aquella pregunta que una vez le hizo Rodrigo Fresán a John Banville.

—Amigo Banville, ¿el estilo es rey y la trama soldado raso?¿O viceversa?” 

—El estilo avanza dando triunfales zancadas, la trama camina detrás arrastrando los pies— contestó Banville” (pags 43-44)

    Lo anterior es una manera de tomar distancia de la versión anglosajona del siglo XX, acerca de que las novelas debían privilegiar la trama, la narración de una historia. Pero Vila-Matas nos recuerda que, en el fondo, las tramas en realidad no son muchas. Sirva como base para ejercicios, la siguiente enumeración para la cual cita a su alter ego Liz Themerson (quizás un homenaje a Stephan y Franciska Themerson, quienes hicieron pareja el cine, la literatura, la poesía y la pintura; o quizás una visión de sí mismo por encima de los géneros narrativos, como hijo de quien enuncia grandes temas literarios: un Themer-son), para quien todo se reduce a pocas opciones, entre las cuales sobresalen las siguientes: 

“Alguien se mete en un lío y luego se sale de él.

Alguien pierde algo y lo recupera. 

Alguien es víctima de una injusticia y se venga.

El caso conmovedor de la Cenicienta.

Alguien empieza a ir cuesta abajo y así continúa.

Dos se enamoran. Y mucha otra gente se entromete.

Una persona virtuosa es acusada falsamente de haber pecado o de haber cometido un crimen.

Una persona se enfrenta a un desafío con valentía, y tiene éxito o fracasa.

Alguien inicia una investigación para conocer la verdad de un asunto”.

    No lo dice, pero está insistiendo en la importancia crucial del estilo.  La calidad poética, otros libros y las correcciones múltiples y cuidadosas están en la base. Y es allí donde radicaría buena parte de la calidad literaria. 

    Ahora bien,  con prescindencia de la temática, la novela tiene un héroe, nos dice Vila-Matas. Hoy tendríamos que ser mas amplios: puede ser un antihéroe, o una o vari@s. Entra en escena, aunque solo enunciado el tratamiento de los personajes, y el trabajo literario sobre los mismos. No continúa por ese camino, pero claramente lo ubica como algo que no es subsidiario al argumento.

    Por su parte, el diseño, y el plan de la novela son importantes. Permiten ordenar el pensamiento, por lo menos como una fase preliminar. Pero, frente a quienes piensan que el secreto para escribir una buena novela está en tener una escaleta detallada ad nauseam, Vila-Matas nos dice:

“…uno escribe desde la incertidumbre y eso es lo que le permite avanzar, lo que le divierte y al mismo tiempo le intriga. De lo contrario, de tenerlo todo claro desde el principio, probablemente ni siquiera haría falta escribir el libro” (pag 62)… Y se reafirma diciendo:_ “uno no empieza por tener algo de lo que escribir y entonces escribe sobre ello, sino que es el proceso de escribir propiamente dicho el que permite al autor descubrir lo que quiere decir”

    Al final, a manera de síntesis. Ya había dicho que un buen viajero recorre y pierde países; y que un buen escritor escribe y pierde teorías y libros que le han sido necesarios. Tiene que ir más allá de sus modelos y de los estilos que admira. Pero si viajar y escribir son semejantes, a pesar de que parezcan ser la antítesis en su visión del espacio recorrido o no, una expresión híbrida explica la gran aventura:  “Escribir y perder países; viajar y perder teorías, perderlas todas”.

    En resumen, un pequeño-gran libro sobre la escritura como expresión creadora.