lunes, 19 de abril de 2010


DE ORWELL A MURAKAMI: A PROPOSITO DE LA APARICION DEL TERCER TOMO DE “1Q84”

Dicen las noticias de la semana, que salió a la venta en Japón el tercer tomo de “IQ84”, la obra más ambiciosa de Haruki Murakami, si le creemos a él mismo. En este caso, el medio millón de copias salidas de la editorial, constituye un éxito sin precedentes para un autor asiático, que más que asiático es universal. Sus admiradores nos hemos deleitado sin duda con “La caza del carnero salvaje”, o “Tokyo blues” (“Norwegian Wood” es su verdadero título, siguiendo una canción de los Beatles), o con “Kafka en la orilla”. Me ha gustado particularmente “Sputnik, mi amor”, por su ágil lenguaje, sus cambios temporales y espaciales, su trama y estructura.


“1Q84” puede ser un homenaje indirecto a Orwell: dicen que la Q se pronuncia en Japonés de una manera muy parecida al número 9. Quizás en medio de sus habituales juegos entre realidad y fantasía, entre sueño y vigilia, entre descripción y subjetividad, con estructuras musicales que dejan gran espacio a las variantes del jazz –la música predilecta de Murakami-, se escondan variaciones e improvisaciones alrededor del tema Orwelliano: hasta de pronto vale la pena releer el “1984”, pero solo después de un tiempo. Sin embargo, el mismo Murakami ha indicado que, a diferencia del libro de Orwell, el suyo es una incursión en el futuro.


Como aún no he leído la novela (no leo el japonés, ni pienso que lo leeré en esta vida), tendré que esperar a que aparezca la novela en algún idioma comprensible de occidente. Anagrama? O Tusquets? Hagan sus apuestas, señoras y señores. Si es Anagrama, solo esperemos que la traducción sea mejor a la mediocre que, en un mal momento, encargaron del “Atonment” de McEwan: se habrá dado cuenta Herralde que deben contratar a otros traductores, o ponerles al lado a alguien que tenga cabeza para mirar mas allá de su pequeño condado lingüístico, y utilice un español standard?


Pero, volvamos a Murakami: Encuentro fascinante que, siendo nieto de un sacerdote budista e hijo de expertos en literatura japonesa, haya preferido estudiar literatura griega, haya vivido en occidente, y sea hoy un japonés universal, lo cual molesta a los puristas locales de su país. Que no le guste Mishima, es un buen síntoma, diría yo. Eso sí, no le admitiría si dijera que no le debe nada a Kawabata. Pero por otra parte, que reconozca su deuda con autores occidentales como John Irving, Salinger o Carver es interesante. Lo es más aún, su fascinación con “La muerte de Rita Hayworth” de nuestro buen latinoamericano Manuel Puig. Quizás de la dualidad tan característica de los personajes de Puig, haya bebido abundantemente Murakami. Será que como el, terminará escribiendo en Inglés?

Por otra parte, habrá asimilado en exceso algunos de los hábitos personales de Salinger? Podría ser: dicen que no le gusta presentarse en público, y es muy celoso de su privacidad. Pero por lo menos, queridos lectores, quien desee conocerlo tiene a la mano la fórmula mágica: no será en una Feria del Libro, ni en un happening de Barnes and Noble o un Hay Festival. Solo podrá ser, salvo obra del azar, corriendo una maratón en algún lugar del mundo, o en conciertos de jazz o quizás en algún espectáculo “pop”. Pero si lo ve, no le busque charla literaria: ama correr porque lo considera una actividad tan privada como escribir. A propósito es un típico escritor-golondrina (los que se levantan muy temprano), como Vargas Llosa que trota una hora al amanecer, esté o no en el Malecón Harris; a diferencia de los escritores-buho (los que trabajan hasta tarde en la noche), como Hemingway.

De momento, esperemos que “1Q84” llegue pronto a este continente perdido, para poder disfrutarlo.