lunes, 16 de noviembre de 2009

SOBRE LA CALIDAD Y LAS CLAVES DE LOS BEST-SELLER:
EL CASO DE DAN BROWN

Ha salido al mercado el último best seller de Dan Brown. Obra muy inferior al "Código Da Vinci", se convirtió en un éxito de libreria antes de su lanzamiento, por la magia de marketing de Doubleday editores. Un millón de ejemplares vendidos en las primeras 24 horas; seis millones en las primeras semanas en más de 50 países. Nada mal para un escritor –porque lo es-- desdeñado por buena parte de sus colegas, y por supuesto idolatrado por sus editores... y por parte del público. En principio, podríamos asumir una posición semejante a la de los puristas de la literatura, para decir que el libro de Brown no tiene calidad literaria para sobrevivir en el tiempo; o que su lenguaje es limitado a unas 2000 palabras (tal como se preciaba Simenon de hacerlo en Francés); o que el argumento es mejorable, los personajes son deficientes; sus descripciones, esquemáticas; y que tiene un manejo poco elaborado de los sustantivos, y uno mejor logrado de los verbos y adverbios. Todo ello es cierto, pero… Para otros, es el libro que leerán en el 2009 o 2010 (quizás el único), o el de Diciembre o Enero; o el del fin de semana para poderlo comentar con los amigos.

Literatura y Literaturas:
Es cierto que el libro está lejos de la Gran Literatura; también es cierto, como sucede con algunas obras de escritores muy conocidos y generalmente buenos, que le faltó una cocción de unos seis meses, antes de cumplir los compromisos ineludibles con la Editorial. Pero conozco gente que afinó sus dotes de investigación científica o jurídica, por ejemplo, con las novelas policíacas o con la colección de Agatha Christie. Otros, decidieron hacer del mundo su país, y de su vida una aventura continua en movimiento, después de ser lectores persistentes de Julio Verne en su juventud. Y existen unos más que son un poco mejores como personas, vecinos, amigos o adversarios, luego de unas cuantas lecturas de Coelho. Muchos niños y otros no tanto, han tomado en serio los libros, después de leer los mamotretos de Harry Potter. Precisamente por ello, no podemos a la ligera desdeñar como no literaria y no válida, la producción pensada para el mercado. No es lo ideal, y ni siquiera es recomendable si se quiere hacer Gran Literatura (así, con mayúsculas); no es lo que todos queremos hacer, ¿pero qué tiene de malo vender libros?...¿sobre todo, si los compradores tienden a leerlos?



Claro está que lo que aquí interesa es tratar de escudriñar algunos de los trucos que Brown utiliza:

La receta de Dan Brown:
Ubíquese usted en una Ciudad que tenga alguna significación para mucha gente (Roma y El Vaticano en “Angeles y Demonios”; Paris y Londres en el “Código Da Vinci”; Washington DC en “El Símbolo perdido”). Comience con un crimen, si se puede atroz, tanto mejor; así podrá fijar la atención morbosa de algunos lectores. ¿No es ésta acaso una parte de la tradición respetable de la mayor parte de la “novela negra”? Así es desde Poe y las novelas cortas que entrañan misterios diversos, como las de Agatha Cristie, Arthur Conan Doyle, o Simenon. La diferencia es el “ethos cultural” estadounidense: el lector debe saber desde el comienzo qué sucede; después vendrán las explicaciones.
Ahora bien, el crimen atroz tiene siempre un cuchillo asesino que da cuenta de la humanidad de hombres sabios y bien intencionados: El curador del Louvre en “Da Vinci”, el investigador del CERN en “Angeles y Demonios”, y el Gran Maestro Masón con su mano cercenada en “El Símbolo Perdido”. El asesino debe actuar solo, así a veces pueda estar dirigido por alguien, pues si actúa en compañía no sería un libro de Brown. Representa alguna oscura fuerza que se identifica con la negativa al progreso científico y a la liberación moral de la humanidad. Alguien anclado en el pasado, en definitiva. Debe tener una psicología un tanto retorcida y alguna característica importante de su alma o su cuerpo.

Añada usted un sitio célebre, un laboratorio, y un Museo: en este caso el conjunto del Smithsonian, así como antes fue el Louvre; incluso la referencia a la National Gallery de Washington es periférica y superficial. Adicione una mujer, que en curso de la aventura se puede ir enamorando del héroe; pero curiosamente, prescinda usted de amoríos, deseo o sexo. Son personajes que pueden sentir una especie de atracción intelectual, pero definitivamente, no hay sexo en Brown, extraño asunto si usted cree que sin este componente no habrá novela llamativa. Otro best seller múltiple, Harry Potter, va en una línea semejante. ¿Qué pasó entonces con la fórmula de algunos: “Pon un poco de sangre, mucho sexo y personajes fuertes en tu novela, si buscas lectores”? ¿Será que no funciona con estos best sellers? ¿Será que la sangre reemplaza a otras formas de realismo? ¿O será que en el fondo, como sucede con las obras de ciencia ficción, parte del secreto consiste en retratar a los personajes casi asexuados? Qué lejos estamos de James Bond o del Cuarteto de Alejandría! Los pobres lectores de Bolaño se aburrirían de lo lindo.



La mujer debe ser para Brown, familiar o cercana a alguien muy reconocido que detenta un gran secreto. Ella debe ser también una investigadora de alguna rama del arte o de la ciencia. Y el personaje masculino central, es el inefable, esperado, y decifrador profesor Langdon, luminaria en simbolismo de Harvard, a través del cual, oh truco manido!, habla la voz del narrador; casi se intuye al autor, por lo que es o lo que hubiera querido ser. Quizás por ello, y por hablar en pasado y con un narrador omnisciente, existen discursos de autor-narrador que a veces molestan a algunos lectores.



Y por si fuera poco:
El eje de la trama es la búsqueda de un secreto oculto en la Historia, que en el caso del “Símbolo Perdido” se quiere mantener hasta que llegue el momento de su revelación; en “Angeles y Demonios” algunos tratan de darlo a conocer, y otros de ocultarlo para siempre; y en “Da Vinci”, algunos tratan de ocultar y otros de revelar la gran verdad de género, para producir un nuevo advenimiento cultural.



Un criminal individual pero que expresa fuerzas profundas, y una novela policíaca en el sentido clásico, pero también una incorporación culta, algunas licencias históricas y ciertas organizaciones misteriosas o conocidas, son algunos de los ingredientes adicionales: La Iglesia Católica y los Illuminati en “Angeles y Demonios”; La Hermandad de Sion y el Opus Dei en el “Código Da Vinci”; los Masones, versus la expresión de las fuerzas del Mal, en “El Símbolo Perdido”.



Una fórmula final es importante, pues explica por qué cualquier novelón negro no tiene el éxito de ventas de Brown, además de la política publicitaria admirable de Doubleday en Inglés, y de Planeta en Castellano. El trasfondo apela al bien y el mal; a veces el mal es una expresión ingenua que se cree parte del bien; o el bien lleva al límite de lo correcto o lo horrendo, por cumplir su cometido. También intenta juntar los tiempos: Ciencia, Fe y Conocimientos-otros; pasado remoto con el futuro; intenta mostrar así lo que para unos es contradictorio, pero para otros es la expresión múltiple del deseo de conocer. En este último sentido, ¿cómo no recordar el inolvidable “Retorno de los brujos” de Pawels y Bergier?
Y para terminar la receta mágica: dele a su libro una celeridad cinematográfica que facilite su transformación en guión, con escaletas y todo. Muy seguramente veremos en el 2010 –si las políticas de marketing lo permiten- la nueva película, a lo mejor con el inefable Langdon transformado en Tom Hanks, si se le mira desde el escritor; o con Hanks transformado en Langdon, si se le mira desde Hollywood.



Qué faltó?:
Un lector curioso de la geografía de las ciudades, extrañará que Brown no se haya deleitado hasta el infinito con la complejidad simbólica de Washington DC y sus alrededores; ello, pese a que abunda en algunos detalles sobre el edificio del Congreso, o de la Biblioteca del mismo, y expone algo más que el contenido del tour virtual de la famosa Central de Langley. Pero, hubiera podido sacarle más kilometraje a la simbología extraordinaria de la Ciudad, y en particular la de la National Cathedral, o Arlington -una de las expresiones simbólicas más elaboradas del imperio-, o de algún monumento importante en la cercana Alexandria; incluso hasta del nuevo Museo del espionaje, con la tecnología curiosa de la guerra fría y todo lo demás. Quizás acusó el impacto de dos hechos: Tres libros importantes y algunos videos publicados sobre el tema después de 2003 en EEUU; y dos películas sobre la relación entre Masones, Templarios y Tesoros en Washington, con las cuales el buen Nicolas Cage compró algunas propiedades que ahora ha tenido que feriar a bajos precios, para salir de deudas.
En resumen, no es Gran Literatura. Pero ojalá salga pronto la película; será mejor que el libro, como sucedió con "Angeles y Demonios". Y a ver si Langdon se transfiere para el libro siguiente a Buenos Aires: no en vano en esta Ciudad hay un gigantesco obelisco en medio de la gran avenida, y dicen que alguien encontró un Aleph en algún rincón de una vetusta casa... Le regalo esta motivación, amigo Brown. Y tómelo con calma, porque el próximo libro debe estar mejor estructurado. Mientras tanto, sigamos los demás escribiendo cuentos y novelas que ojala se vendan, porque no solo de espíritu vive quien practica la escritura creativa.

CLAUDE LEVI-STRAUSS, UN MAESTRO DE LA DIVERSIDAD

Con la partida del gran antropólogo, vale la pena recordar algunas de sus ideas, las cuales ejercieron un enorme impacto sobre nuestra visión del mundo y el estudio de su enorme diversidad. Es paradójico que esa múltiple condición haya llevado a afirmar también algunas constantes del espíritu humano. Levi-Strauss nos enseñó durante el siglo XX que la estética y las otras cosmogonías tienen tanto sentido como el Logos occidental; que existe una lógica válida tanto en el shamanismo como en la medicina moderna; en el mito griego como en el de los habitantes de la Amazonía. Nutrió como pocos al gran árbol de las Ciencias Humanas, pero también enriqueció nuestra visión del mundo y nos permite ver el futuro de la especie con optimismo.

Un ejercicio narrativo: Levi-Strauss recogió versiones muy diversas del mismo mito en grupos con variaciones culturales en el tiempo y el espacio. Agrupando varias versiones a la manera de un pentagrama, logró nutrir el texto central (ideal quizás), con los fragmentos de los diversos relatos contados aquí y allá. Una apuesta para los creadores literarios: Intentar jugar con las diversas lecturas superpuestas pero fragmentarias de una trama narrativa, cuyo conjunto da un sentido nuevo al relato mismo.

Entrevista de Claude Levi-Strauss:

miércoles, 11 de noviembre de 2009

JAMES WOOD Y LOS MECANISMOS DE LA FICCION


“I’m generally in favor of reading a bit less and knowing it deeply” (James Wood).

El País de Madrid, en su edición del martes 10 de Noviembre, nos trae un magnífico artículo de Andrea Aguilar, desde Nueva York, del cual son los siguientes extractos:
Un programa de la cadena NPR estadounidense propuso hace unos meses a sus oyentes que mandaran relatos breves que arrancaran con la frase "La enfermera se despertó". Tras leer casi 200, James Wood (Durham, Reino Unido, 1965) sigue dándole vueltas a la pregunta de a qué altura del texto prende la ficción.
Antes de participar en el concurso, el eminente crítico literario -uno de los más respetados y populares en lengua inglesa y toda una celebridad intelectual cuya incorporación a la plantilla de la revista The New Yorker fue noticia- ya había intentado ofrecer algunas pistas sobre este enigma en "Los mecanismos de la ficción" (Ed. Gredos, 2009), un libro que escribió pensando en lo que a él le hubiera gustado leer cuando tenía 20 años y era estudiante de literatura en Cambridge.
Wood vive en Boston con su mujer, la escritora Claire Messud, e imparte en Harvard un curso titulado Práctica de la crítica literaria; y en Columbia, una clase magistral en el programa de escritura. En las aulas nació la idea de Los mecanismos de la ficción que escribió en cuatro meses y del que lleva vendidos más de 25.000 ejemplares, según sus editores estadounidenses.
El libro no es un texto de crítica académica al uso, mantiene un tono de conversación con breves capítulos que dan agilidad a sus argumentos. En sus páginas, Wood habla de las personas narrativas, de los personajes, del uso del detalle y de la temporalidad y de la eterna cuestión del realismo en la novela. "Recurrimos a la ficción porque nos plantea preguntas sobre el ser humano. El argumento que intento exponer es que uno puede obtener placeres convencionales sin tener que recurrir a formas tradicionales y de la misma manera uno puede tener un gran interés en lo real sin tener interés alguno en el realismo", precisa.
La tendencia de algunos lectores a buscar personajes que les caigan bien más allá de entender si están suficientemente vivos, es uno de los errores más comunes, según Wood, a la hora de comprender los mecanismos de la ficción. "Hay una enorme diferencia entre simpatía e identificación", dice. "Es complicado encontrar gente que te caiga bien en la vida y aún más en la literatura, pero la ficción te vuelve más perspicaz ante las situaciones humanas".
El profesor no ha querido renunciar a su vocación de crítico y argumenta con fuerza señalando por ejemplo a Flaubert y no a Balzac como el padre de la novela moderna. "Me interesa la forma. Flaubert creó un estándar para la narrativa y Sebald, Marías o Roth le deben algo. Quería abrir debate. A menudo me tildan de defensor del realismo tradicional", explica. "Se trata de una corriente muy común en América: textos sólidos un poco periodísticos, abarrotados de detalles. A mí me resultan bastante aburridos".
Al otro lado, se sitúan los detractores del realismo. Wood sostiene que intenta buscar el punto medio. En el centro de su libro ha querido situar la figura del personaje; lo vivo que éste puede estar, el misterio de cómo un novelista crea a un ser en una página. Para ello Wood dice que es fundamental crear el contexto, las reglas del juego. "Se trata de un problema de gestión del apetito, de ver cómo de grande es el plato en relación con la ración de comida que en él se sirve".
Ajeno a sus reflexiones sobre los misterios y trucos de la ficción ha quedado el argumento, algo por lo que Wood no siente mucho interés.

Tampoco ha querido tratar la ficción como un espejo -"el espejo del que habló Stendhal tiene las huellas de todos los que lo han usado y además hoy está angulado de mil formas distintas"-. Fuera ha quedado también una mención directa al realismo histérico, un término que Wood acuñó para referirse al trabajo de Zadie Smith, o David Foster Wallace, entre otros. El crítico habla, sin embargo, de cómo el trabajo de estos autores ha añadido al lenguaje del escritor y al del personaje el lenguaje del mundo, el ruido exterior reproducido tal cual. En el caso de Wallace, Wood escribe que consiguió reproducir el tedio contemporáneo, lo que le valió airadas críticas. Tanto es así que ha incorporado un matiz a la edición de bolsillo, puntualizando que se trata de "un logro necesario".

lunes, 9 de noviembre de 2009

¿POR QUÉ NOOK?

Los computadores han sido una innovación mayor para el desarrollo creador. Puede crearse sin ellos, pero no debemos olvidar que: con plumas de ganso se escribieron la Ilíada, la Odisea, la sublime Commedia, o las obras de Shakespeare, el Quijote y el Fausto. Con plumas metálicas que requerían tinta continuamente, y manchaban también manos y papel, escribieron Dickens, Zola, y Victor Hugo. Con la pluma-fuente de marca y bello diseño, fueron posibles las obras de Thomas Mann, el Ulyses, o el Cuarteto de Alejandría. Con una modesta máquina de escribir se escribieron La Perla, El Viejo y el Mar, El Aleph, y Cien Años de Soledad.
No es el instrumento de escritura lo esencial. Lo único importante es que el escritor (la escritora) necesita un espacio y un tiempo personales, un “rincón” (a sheltered place = a nook) , abierto o cerrado, privado o público, que le permita crear. Algunos podrán hacerlo en el tráfago cotidiano; Virginia Woolf pedía con angustia un “cuarto propio”. Lo importante es que sea un rincón donde podamos concentrarnos por un tiempo. Ese “rincón”, ese espacio y ese tiempo reales o figurados, son esenciales, tanto como la pluma o el instrumento de trabajo.
Por otra parte, la pluma nos recuerda el comienzo y lo esencial de la escritura. El nook, en los comienzos del siglo XXI, nos dice que la comunicación con los lectores puede adquirir formas variadas: el folletín, el libro, las imágenes, la palabra cambiante, los medios electrónicos de plataforma abierta...

viernes, 6 de noviembre de 2009

DOS ESCRITORES ESPAÑOLES, PREMIO HERRALDE DE NOVELA 2009

Noviembre 5 de 2009:
El cineasta español, Mario Gutiérrez Aragón, acaba de ganar con su novela "La vida antes de Marzo", el Premio Herralde-Anagrama de Novela, según se anunció ayer. Fue declarado finalista el escritor también español Juán Francisco Ferré, con su novela "Providence".

El Premio Herralde tiene un monto en efectivo de solo 18.000 Euros, (unos 27.000 Dólares al cambio actual), pero es uno de los premios más codiciados en el mundo de habla hispana, ya que la novela ganadora, la finalista y con frecuencia la segunda finalista, son editadas por Anagrama; ello garantiza que se entra a formar parte de un magnífico catálogo editorial, y un sistema de distribución que cubre bastante bien a España y casi toda América Latina.

Desde 1998, han ganado el Herralde, cinco autores españoles, y siete latinoamericanos. En total, entre ganadores y finalistas, hay 11 autores(as) de España y 13 de América Latina. Por países, -entre ganadores y finalistas-, el premio ha sido otorgado a 4 escritores(as) de Argentina y 4 de México; a dos del Perú; y a uno(a) de Chile, Venezuela y Cuba. Brillan por su ausencia autores(as) de Colombia. ¿Será el 2010 el año colombiano en el Herralde-Anagrama? Ya es hora, ¿verdad?

Los(as) premiados(as) de los años más recientes:
- 2009, Ganador: MANUEL GUTIERREZ ARAGON (España), La vida antes de marzo. Finalista: JUAN FRANCISCO FERRE (España), Providence.
- 2008, Ganador: DANIEL SADA (México), Casi nunca. Finalista: IVAN THAYS (Perú), Un lugar llamado Oreja de Perro.
- 2007, Ganador: MARTIN KOHAN (Argentina), Ciencias morales. Finalista: ANTONIO ORDUÑO (México), Recursos humanos.
- 2006, Ganador: ALBERTO BARRERA (Venezuela), La enfermedad. Finalista: TERESA DOVALPAGE (Cuba), Muerte de un murciano en La Habana.
- 2005, Ganador: ALONSO CUETO (Perú), La hora azul.
Finalistas: MANUEL PEREZ (España), Egipto, y GUADALUPE NETTEL (España), El huésped.
- 2004, Ganador: JUAN VILLORO (México), El testigo. Finalista: EDUARDO BERTI (Argentina), Todos los Funes.
- 2003, Ganador: ALAN PAULS (Argentina), El pasado. Finalista: ANDRES NEUMAN (Argentina-España), Una vez Argentina.
- 2002, Ganador: ENRIQUE VILA-MATAS (España), El mal de Montano. Finalista: MARGO GLANTZ (México), El rastro.
- 2001, Ganador: ALEJANDRO GANDARA (España), Últimas noticias de nuestro mundo. Finalista: ANDRES BARBA (España), La hermana de Katia.
- 2000,Ganador: LUIS MAGRINYA (España), Los dos Luises. Finalista: PABLO D’ORS (España), Las ideas puras.
- 1999, Ganador: MARCOS GIRALT (España), París. Finalista: ANDRES NEUMAN (Argentina-España), Bariloche.
- 1998, Ganador: ROBERTO BOLAÑO (Chile), Los detectives salvajes. Finalista: ALBERTO OLMOS (España), A bordo del naufragio.